El amor verdadero y lo prohibido
A
lo largo de los años he tratado con personas que sostienen relaciones
sentimentales a las que suelo llamar “Relaciones de laberinto”, pues se
trata de hombres o mujeres que adrede o no se han adentrado en un
laberinto sentimental del cual no encuentran nunca la salida y si lo
hacen salen muy lastimados.
Por citar solo un caso en este artículo, hablaremos de quienes se enamoran de una PERSONA CASADA.
En
este tipo de relaciones, la tercera persona no siempre está enterada
del estado civil de la otra. Muchas veces se trata de un hombre que
aunque está comprometido y tiene un hogar estable, engaña a una mujer
desprevenida que busca afecto, jurándole que es libre y cuando esta se
encuentra muy enamorada y lo descubre –ya sea porque él se lo confiese o
porque ella se entere por otros medios- argumenta “que son cosas del
destino” “que no quería hacerle daño” y todo otro tipo de excusas para
parecer la víctima y no el victimario.
Sin
lugar a dudas, una relación así está muy lejos de ser amor verdadero,
pues para empezar el amor genuino se basa en la verdad y no en la
mentira, por eso se le llama amor verdadero.
¿Pero
qué ocurre cuando ella está enterada desde el mismo principio y aun así
le permite a ese hombre casado entrar en su corazón?
Y
quiero que tengas en cuenta que estos puntos aplican no solo en el caso
de hombres casados que son infieles a su pareja, sino también a las
mujeres que a pesar de estar unidas por el vínculo sagrado del
matrimonio, se involucran con otro hombre.
Y si es el caso y tú tienes una relación con una persona comprometida permítete por favor hacerte la siguiente pregunta:
“Si
le es desleal a su cónyuge con quien tiene un compromiso ante Dios y
ante los hombres, ¿Por qué no contigo con quien apenas tiene una
aventura amorosa?
Por José Guillermo Restrepo D
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